La Montaña Mágica

Garramuño, un escritor excéntrico

En el mundo de las Letras ha habido dos clases de escritores: los autores moderados y los excéntricos. 

Los moderados, como Borges, eran hombres clásicos, siempre vestidos a la usanza, que nunca provocaron un escándalo público, y si llegaron a criticar a algún colega, lo escribieron con fina ironía. 

Los excéntricos (Rubén Darío los llamó “los raros”), como Ramón del Valle-Inclán, eran seres coléricos, que siempre salían del paso con una “boutade”, frecuentaban bares y cafés, y solían pelear a puños con sus detractores.

En Jalapa, México, vive el escritor colombiano Marco Tulio Aguilera Garramuño, que como su segundo apellido lo indica, ha sido protagonista de más de un combate literario. 

Garramuño lo sabe, y no se arrepiente de nada, pues todo lo que vive y hace es por la literatura. Es un paciente que sufre de literatosis aguda

En los años setenta, conoció en Bogotá a Gabriel García Márquez. Para esa época, Gabo ya había escrito Cien años de soledad y El otoño del patriarca.  

Garramuño lo visitó en las instalaciones de la revista de izquierda Alternativa, para regalarle su primera novela Historia de todas las cosas. En la dedicatoria, Garra escribió: “Para García Márquez, a quien quiero matar literariamente”. 

A partir de este encuentro, se hicieron amigos, y se vieron en México en varias oportunidades.

Como un pugilista literario de largo aliento, Garramuño se ha peleado con escritores colombianos, cubanos y mexicanos. Ha batallado con las grandes editoriales españolas, pese a que fue finalista de los Premios Alfaguara y Planeta. En México, donde vive con Letty y sus hijos, hace cincuenta años, ha sido objeto de la vil xenofobia. 

A pesar de sus diatribas provocadoras y narcisistas, que ahora se extienden por las redes sociales (un día aparece desnudo de medio torso. Al día siguiente, con una risa de loco), es el escritor más prolífico de la literatura hispanoamericana, y quien se ha alzado con más preseas literarias y deportivas sobre su pecho. 

Garramuño cuenta con más de treinta libros publicados, y otros tantos en diplomas, medallas, y reconocimientos.  

Además de su pasión patológica por la literatura, el escritor colombo-mexicano ha sido corredor de fondo, nadador y violinista. 

Amigo personal de Fernando Vallejo y Sergio Pitol, dos grandes escritores latinoamericanos, Garramuño es quien tiene el mejor secreto guardado sobre la muerte de Pitol.

Hoy, en plena Feria del Libro de Bogotá, celebramos su último libro, titulado: Los placeres perdidos y Lo que queda del paraíso (Editorial Univalle, Cali, 2024). 

Son dos libros en uno. Los placeres perdidos que fue ganadora de la Primera Bienal de Novela  ‘José Eustasio Rivera’, Neiva, 1988. Y Lo que queda del paraíso que describe la visión surrealista que tiene su héroe literario, Adolfo Montaño-Vivas, llamado “el frenáptero”, sobre la Cali bella, rumbera y caótica de los últimos años.